jueves, 16 de agosto de 2012

El neoliberalismo es para los tontos


Por Sergio fernández Novoa. “El liberalismo es para los tontos. Planifica el estado o planifican los monopolios”. La sentencia, tan socarrona como sabia, pertenece a Juan Domingo Perón. Con una sonrisa pícara, el General sentaba las bases de una discusión que hoy mantiene su vigencia: quién conduce el proceso económico y cuál es el rol de los gobiernos en él.

Cristina Fernández de Kirchner actualizó esa discusión en un contexto donde el rasgo central del capitalismo no es la producción sino un “capitalismo del casino, el especulativo, basado en salvar bancos y no en salvar a las sociedades”, según sus propias palabras.

En el marco del seminario “Políticas para superar el endeudamiento soberano”, y con el economista y premio Nobel Joseph Stiglitz en primera fila, la Presidenta subrayó los ejes del proyecto nacional para la etapa actual.

Esos ejes son tres: la centralidad de la política sobre la tiranía de la economía y sus tecnócratas; el rol estratégico del Estado en la construcción de un modelo productivo con inclusión social; y el abandono definitivo de las políticas de ajuste y endeudamiento irracional que conducen al precipicio, tal como quedó demostrado en la Argentina de los noventa y en la Europa actual.

Retomando aquellos conceptos de Perón, Cristina fue clara y didáctica: “si las decisiones no la toman los presidentes, las toman los bancos”. Es decir, si los gobiernos no ejercen el poder soberano delegado por el pueblo, gobierna el sistema financiero, “el mercado”, el poder económico.

En ese marco se inscribe la política de desendeudamiento desarrollada desde 2003 en nuestro país. Por eso cobra especial importancia la presión que ejercen sobre la Argentina quienes, por intereses inconfesables o incapacidad, ven la panacea en un nuevo proceso de endeudamiento externo.

La Presidenta recordó que la Argentina sólo se va a endeudar “en la medida en que las tasas nos convengan y sean para proyectos de infraestructura”. Es decir, sin pagar montos que rozan la usura, como las que se quieren imponer a la Argentina en el mercado externo. Cabe señalar, que a nuestro país se le exige más que, por ejemplo, a España, en lo que no es otro cosa que un intento de disciplinamiento al poder económico-financiero internacional.

En vinculación con el problema de la deuda aparecen las políticas recesivas, basadas en los recortes y el desmantelamiento de las políticas sociales. Es absurdo suponer que el elevado endeudamiento que hoy registran países como España, Grecia o Italia va a resolverse con ajuste.

La Argentina parida en el 2003 es el mejor ejemplo del camino inverso: sostuvo la demanda de productos con valor agregado (trabajo y producción nacional) y generó un círculo virtuoso que derivó en crecimiento e inclusión social.

Como dijo Cristina, es irracional el “capitalismo especulativo basado en salvar a los bancos y no en salvar a las sociedades”. La pregunta de la titular del Ejecutivo Nacional es la misma que se hacen los casi dos millones de españoles que hoy no tienen ni siquiera un subsidio de desempleo: “para qué quieren salvar a los bancos si encuentran a la gente muerta de hambre”.

Ante los desafíos que planteó el neoliberalismo en los últimos treinta y cinco años, los gobiernos populares suramericanos asumieron deciciones orginales. Urgidos por la coyuntura, encontraron respuestas a las demandas inmediatas de los pueblos condenados al hambre y la exclusión.

Ahora, cuando los procesos se consolidan y las necesidades no son tan acuciantes, es prioritario elaborar un marco conceptual más amplio que fije los objetivos estratégicos y sitúe las políticas coyunturales en una perspectiva mucho más amplia.

Aquí está el reto de la etapa: “el gran problema que estamos teniendo en la política es no encontrarle el marco teórico al posneoliberalismo” porque “siempre hubo un marco teórico asociado a determinado sistema de poder político del mundo”, CFK.

“El principal drama es que no tenemos un marco teórico dentro de la política y para los políticos, porque si no toman decisiones” quienes ejercen los gobiernos “las decisiones las toman los mercados o los directorios de los bancos”. El desafío esta planteado. Y el tiempo apremia
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